Natural de Santiago de Compostela, nació el 5 de enero de 1.921 en  el Hospital Real de los Reyes Católicos (hoy Hostal) en la llamada sala de Santa Ana.

Se crió rodeado de una familia muy unida, él fue el menor de tres hermanos, su hermano mayor se llamó José María y el segundo Ramiro. Parrado siempre sintió una profunda veneración por su madre, a la que tendrá presente durante toda su vida.

Vivió frente a la iglesia de San Cayetano (en Santiago de Compostela), la que da nombre a la zona, y la iglesia marcó su vida desde niño pues al estar a un paso de su casa, se pasaba horas en su interior contemplando sus imágenes.

Con siete años le hizo la figura de una Santa a su madre con un trozo de madera. Fue como su familia supo que tenía talento.

Lo matricularon en la Escuela-Taller de “San Clemente” (hoy instituto de F.P.) en el año 1.933, en el que permaneció hasta 1.937, continuando después en la Escuela-Taller “Maestro Mateo” (hoy “Escuela de Artes y Oficios Maestro Mateo”) durante seis años, siendo uno de sus profesores el insigne escultor gallego D. Francisco Asorey, que quiso llevarlo a su taller de Santa Clara desde el principio.

Su madre le propuso que terminara sus estudios y así lo hizo.

En el año 1.937 comenzó a trabajar como discípulo de D. Francisco Asorey, por el que sentiría gran respeto y admiración, su primer cometido con el maestro fue realizar unos capiteles que se encuentran en el Centro Gallego de Buenos Aires y un escudo. Trabajó con su maestro durante dieciséis años.

Su formación en dibujo artístico, modelado, vaciado, talla, piedra, madera, etc. Finalizó en 1.943 en el grado de escultor.

En este año se casó con Esperanza Campos Gambino (descendiente del gran escultor del Barroco Gallego, y de procedencia italiana, Gambino), nacida en La Amanecida – Santiago-. Tuvo tres hijas: Esperanza, Loly y Mª Jesús, fijando su residencia y su propio taller en A Ponte Vella – Vidán (Santiago).

En 1.954 traslada su taller al barrio de Santa Marta, donde en más de una ocasión recibió la visita de su maestro; la última vez que Asorey visitó su taller fue en el año 1.960 estando ya muy enfermo. El maestro, (que apadrinó a la hija menor de Parrado), viviría hasta el año 1.961, dejando a Parrado en un profundo pesar que siempre tuvo hasta el final de su vida.

En este taller de Santa Marta es donde Parrado realizó una grandísima producción artística de manera ininterrumpida durante más de cincuenta años.

Su trabajo fue constante, metódico, disciplinado, entusiasta, tan sólo salía de su taller si le invitaban a un evento.

Nunca valoró el valor material de las cosas, vivió el Arte en su más pura esencia, estableciendo una conexión emocional con sus obras.

Su forma de trabajar era pausada, serena y espiritual, recreándose en todas las fases de su obra: la creación, la ejecución y finalmente la ubicación. Esto ha hecho que su trabajo sea identificado inmediatamente por la gente que le ha conocido.

El material utilizado en sus obras es fundamentalmente la piedra (granito), pero también realizó numerosas obras en mármol y madera y llegó a fundir él mismo alguna pieza en bronce.

En su vida personal fue un hombre humilde, de gran bondad  y humanidad, así como entrañable, espiritual, carismático, de trato afable y buen sentido del humor.

Hizo muy feliz a su familia que le recuerda y bendice cada día.

Parrado falleció el 7 de mayo de 2.003 dejando la ciudad de Santiago de Compostela ornamentada de escudos, cruceiros, bustos y relieves, destacando el cruceiro y escudos del Seminario Menor de Belvís, escudos de la Residencia de Estudiantes, el relieve de Santo Tomás de Aquino de la capilla universitaria…Así como obras repartidas por toda Galicia (a la que amó profundamente), por toda España y algunas ciudades en el extranjero.

En el año  2.001 el Excmo. Ayuntamiento de Santiago de Compostela le dedicó una plaza a petición de sus queridos vecinos de Santa Marta.